jueves, 21 de enero de 2010

Mª del Pilar Arroyo Díaz



Soy Pilar tengo 77 años y me dedico a mis labores.

De pequeña trabajé en el campo, donde hice de todo: segar, cargar los carros, coger tomates y pimientos, algodón, sembrar los pimientos y tomates y todo lo que me mandaban. Después ya casada fui carnicera: yo mataba los animales y les quitaba la piel; después hacia las morcillas y al otro día despachaba la carne.

Todo lo compaginaba con mis cuatro hijos: los dos mayores estudiaban y los dos pequeños tenían entre dos y un año, así que me tenia que espabilar todos los días para atender todo.



Mis refranes:


  • En Enero el caranvano en el puchero
  • En Febrero busca la sombra el perro
  • En Marzo el perro y el amo
  • En Abril la habas en el mandil
  • En Mayo de sueño me caigo
  • En Junio la hoz en el puño
  • En Julio le dice el trigo a la cebá dios te dé mala segá
  • En Agosto frío en rostro
  • En Octubre dichoso mes que entra con los satos y sale con san Andrés
  • ¿Cuál es el colmo de un carpintero? Tener una señora cómoda y una hija coqueta
  • ¿Cuál es la ciencia de un barbero? afeitar donde no hay pelo

Mis recuerdos:


Cuando yo tenía menos de 4 años fui al bautizo de mi hermana Ángeles y perdí en el camino una sandalia de goma azul lamdrina era tía Escolástica y la perdí enfrente de la Biblioteca que antes era un huerto.


Ahora voy a escribir una historia que pasó aquí en Holguera. Allá por los años cincuenta había un matrimonio que discutía mucho. Un día la madre se fue de casa: tenían dos niños entre 5 y 6 años. Los niños al ver que su madre se fue, salieron en busca de ella pero se les hizo de noche y el padre no los encontraba. Tocaron las campanas y los que tocaban decían que se han perdido dos niños. Pero los niños se refugiaron en una cuneta de la carretera. En aquellos tiempos no había coches pero un señor tenia una moto y paseó por la carretera una y otra vez y al ser ya de día salieron los niños y el señor de la moto vio a los niños y los llevó con sus padres. Pero pasamos una noche de angustia.




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